El grabado, una técnica del arte en México


Si hay un estilo artístico que caracteriza a México, éste puede ser el grabado. El mismo es una técnica muy popular en donde se utilizan maniobras de impresión sobre superficies rígidas llamadas matrices. Esto deja una huella donde se aloja la tinta y es transferida hacia otro sitio donde, por presión sobre un papel o tela, deja la reproducción de la estampa. 


A pesar de que parece muy antigua, y probablemente sí lo sea, no debemos dejar de destacar su gran importancia que permanece viva h

asta nuestros días. A continuación vamos a profundizar más sobre esta técnica y cómo impacta en la cultura mexicana.

¿En qué consiste el grabado como técnica de arte?

Dependiendo de la técnica, el grabado utiliza una matriz de metal, aunque puede ser de madera, linóleo o piedra. Lo importante aquí es que pueda servir para transferir un modelo hacia otra superficie y llevar consigo la tinta que deseamos utilizar para efectuar la reproducción. La superficie de la matriz se puede lograr utilizando instrumentos punzantes, cortantes o mediante procesos químicos. No obstante, hoy en día se usan materiales sintéticos mediante procedimientos digitales o con láser.


No obstante, no es tan sencillo como lo antes descrito. El grabado posee muchas técnicas que pueden ser muy interesantes. A continuación vamos a mencionar algunas de las más importantes.


Grabado en relieve


La imagen se logra retirando material de la matriz con un buril, el cual se logra la imagen deseada ayudando con otras herramientas que permiten que la misma quede en el plano superior con el dibujo. El resultado es una imagen con forma de relieve, y generalmente se utiliza un rodillo de goma para dejar de blanco los huecos. Aquí podemos encontrar dos categorías o divisiones: xilografía y litografía. 


La primera es una técnica muy antigua, donde utilizamos una matriz de superficie de madera como el peral o el cerezo. Sobre la madera, el artista construye la imagen tallándola con herramientas que van realizando cortes sobre la superficie de la madera, obteniendo huecos que corresponden al color blanco o a la misma ausencia de color. El buril es otra herramienta empleada, con el fin de crear surcos más delgados y precisos en la matriz.


Una vez finalizado, se entinta con un rodillo y se deposita sobre toda la superficie, para luego pasarla por una prensa vertical.


La linografía es algo similar, con la diferencia de que se utiliza linóleo para la matriz. No obstante, al ser un material blando, tiene menos dificultades para crear las vetas o surcos, aunque es más complicado para hacer trazos finos que sí pueden lograrse con la xilografía.


Grabado en plano



Se trata de una técnica que no produce incisiones sobre la matriz, y la misma puede reutilizarse sobre distintos dibujos.  Probablemente, nos encontramos ante una técnica mucho más moderna que las antes mencionadas y tuvieron su auge durante las últimas décadas.


Los vestigios más antiguos del grabado en plano es la litografía. Esta técnica utiliza como matriz una piedra caliza pulida. A diferencia de la madera, la piedra no es tallada, sino que se emplea un cierto tipo de piedra que reacciona químicamente ante presencia de grasas que le dan su forma. Los artistas suelen utilizar un lápiz “graso”, o también conocido como “lápiz litográfico”.  Una vez que realizó su dibujo sobre la piedra, la procesa en una solución con ácido y goma arábiga que le dan sus trazos. 


Esta técnica fue inventada en 1798 por Aloys Senefelder y mejorada con el paso de las décadas. Durante este período, fue muy utilizado para reproducir pinturas y se utilizó con mucha frecuencia en carteles. El mismísimo Picasso utilizó numerosas planchas utilizando la técnica de litografía. 


Otro participante interesante de esta categoría es la serigrafía. Su origen es chino, pero se popularizó en Europa en los años 50’ para distintos tipos de embalajes, envoltorios y anuncios. Esta técnica consiste en transferir el color al papel mediante un diseño impermeable a la tinta, a través de una paleta de goma. 

Grabado en hueco


Se consigue trabajando sobre una matriz metálica que se “araña” mediante técnicas mecánicas o químicas. Las partes oscuras de la imagen corresponden a las incisiones, donde se deposita la tinta, y quedarán en blanco las zonas que no quedan en contacto. Este tipo de grabado tiene muchas clasificaciones según cómo se realiza la matriz, aunque todas cumplen con las características antes mencionadas: barniz blando, tinta china, esmaltografía, entre otras.


Los procedimientos en directo, por ejemplo, se realizan cuando el grabador interviene sobre la plancha realizando incisiones para trazar la imagen. Algunas de las modalidades más utilizadas son al buril, que constituye exclusivamente con el buril (herramienta compuesta de un mango cuyo extremo de ha sujetado a una barra de acero de sección cuadrada), punta seca, el cual utiliza un punzón fino y afilado que se emplea para arañar una plancha de cobre en las líneas deseadas y mezzotinta, también conocida como “grabado a la manera negr” que consiste en conseguir un tono oscuro y uniforme en la totalidad de la plancha, que se va matizando hasta conseguir el blanco mediante un proceso de bruñido. 


Otros métodos indirectos utilizan métodos químicos para lograr los trazos y podemos encontrar bajo a esta clasificación muchas técnicas: Aguafuerte, el cual se logra cuando la matriz se protege con un barniz compuesto por betún de Judea y cera de abeja para dar forma a lo que se desea dar al mismo y Aguatinta, la cual se utiliza para dar formas y texturas. La lista es mucho más extensa, pero podría exceder a lo que realmente interesa analizar en este artículo. 




Si bien podemos darnos cuenta que no estamos ante una técnica novedosa, actualmente podemos encontrar el grabado en distintas obras artísticas. Lejos de ser una técnica caduca, actualmente ocupa un lugar importante en las manifestaciones artísticas y es parte estándar de muchas carreras relacionadas al arte. Podemos observar ocupando espacios en las paredes y otras obras que antes eran ocupadas por la pintura. 


En las últimas décadas, muchos artistas encontraron en el grabado una respuesta para expresarse artísticamente, aportando un importante desarrollo de técnicas y estilos. Esto puede verse reflejado en la enorme variedad de arte que podemos encontrar en el dibujo, la pintura, el collage, y muchas otras manifestaciones.


El grabado en México




El grabado tuvo sus inicios en el país en 1826, cuando el conde italiano Claudio Linati introdujo la técnica de la litografía. Desde entonces, observamos que este estilo artístico comenzó a tener una trayectoria propia y muy popular. Dentro de esta historia podemos encontrar a grabadores experimentados como Joaquín Heredia y Plácido Blanco, quienes ilustraban caricaturas del Gallo Pitagórico, como una crítica al régimen de Santa Anna. 


Hacia fines del siglo XIX, muchas críticas sociales se lograban a través del grabado, más específicamente, estampas satíricas con un enorme potencial de denuncia. Muchos de estos trabajos intentaban reflejar una realidad mordaz de forma sarcástica y punzante. Los carteles callejeros se hicieron presentes como un medio de denuncia por parte del pueblo y fue un medio muy efectivo para difundir lo que éste tenía para comunicar.


No obstante, el grabado con fines artísticos fue introducido por el grabador José de Guadalupe Posada. El mismo comenzó a producir con matriz de madera y litografía. Sus obras buscaban demostrar algo más profundo, más reflexivo: pretendía mostrar quiénes somos y la búsqueda del artista por la identidad perdida. Esto no quita la perspectiva de denuncia: sus obras también reflejaban una civilización industrial, donde los artistas han perdido sus esencias, pero donde también muchos han caído en la pobreza y el atraso. 


Si nos trasladamos a 1928, vamos a encontrarnos con el movimiento “¡30-30!”, un organismo que engloba a grabadores, pero que poseía un clima de intenso nacionalismo y gran interés por las ideas socialistas. Una década más tarde, el Taller de Gráfica Popular, una iniciativa de Leopoldo Méndez, Pablo O´Higgins y Luis Arenal, tuvo por objetivo utilizar las artes gráficas del grabado en el contenido popular y hacerlas asequibles para el uso masivo. 


Desde sus inicios en el país hasta nuestros días, el grabado en México tiene fuertes tintes políticas y acompaña a las luchas sociales. Los entornos de industrialización, las luchas sindicales, los movimientos sociales, la modernización y suntuosidad son temas que suele atacarse mediante el arte, buscando expresar cómo aparecen los vicios y perdiciones a través de la civilización moderna. 


Representantes del grabado en México

La búsqueda incansable por la identidad ha hecho que el grabado sea la principal herramienta de los artistas a lo largo de la historia del país. Vamos a hacer un análisis de los artistas más importantes que han dado uso a esta técnica y cuáles fueron sus trabajos más destacables en este ámbito. 


Leopoldo Méndez



Es un artista que nació en 1902, y jugó una papel importante en la cultura y la política durante la revolución mexicana. También se lo considera actualmente como uno de los grabadores más importantes de México. Su estilo está definido por los grabados de índole política, aunque también se dedicó a retratar escenas de su niñez, caracterizada por muchísimas carencias económicas. A pesar de todo, ésta fue su inspiración para denunciar las injusticias sociales de la que sufrían muchas otras familias. 


Sus técnicas estaban enfocadas en promocionar ideas izquierdistas, como una forma de trabajo para el pueblo. Su vida siempre fue muy modesta, pero al mismo tiempo muy activa, ya que conformó diversos grupos en talleres de gráficas populares. Tarde o temprano fue incriminado y arrestado, aunque lo liberaron sin cargos.


A pesar de su fama, no tuvo demasiadas intenciones en exponer sus obras artísticas. Una de las pocas que conocemos fue en Los Ángeles en 1930, momento en el cual Méndez había viajado hacia ese sitio. Muchos de sus trabajos actualmente están en instituciones en Estados Unidos y Europa, aunque mayormente en museos, institutos y colecciones privadas en México.


Francisco Díaz de León


Este excepcional artista trabajó como pintor, grabador, ilustrador, fotógrafo y fue un verdadero pionero en el diseño gráfico. Además, promovió el arte y coleccionó muchas obras a lo largo de su vida. A los 20 años viajó a la Ciudad de México para estudiar en la Academia de San Carlos y allí conoció a Jean Charlot, quién lo introdujo en el grabado en madera. El artista se especializó en esta técnica y fue lo que le brindó mayor reconocimiento.


A través de sus grabados, representó la cotidianeidad de la vida en la provincia, lo cual lo diferenció del resto de sus compañeros que generalmente abordaban la realidad desde un enfoque más social. 


Adolfo Mexiac



Nacido en 1927, en Michoacán, fue un artista renombrado que estudió pintura en la Escuela de Bellas Artes. Con el tiempo, se trasladó hacia la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde hizo sus primeros acercamientos con el grabado. La obra “Libertad de Expresión” fue una de las más reconocidas a nivel internacional, la cual plasma la imagen de un indígena que fue amordazado con cadenas. 


Dicha obra fue muy utilizada posteriormente en movimientos sociales, como un estandarte de lucha. La mayoría de sus trabajos se caracterizan por abordar temas indigenistas y sociales, muchos de los cuales están conformando colecciones en el Museo Victoria y Alberto, en Londres, y del Museo de Leningrado. 


La importancia del arte con grabado en la lucha social



Como vimos a lo largo del artículo, el grabado estuvo de la mano con la política y los movimientos sociales. Al contar con métodos relativamente accesibles, el grabado es una técnica que acompañó al pueblo en sus manifestaciones artísticas y talleres a lo largo del país.


La realidad de México desde fines del siglo XIX hasta las últimas décadas, fue un motivo suficiente para crear un enorme potencial en las imágenes de denuncia que buscaban manifestar aquello que se criticaba, lo que no debía suceder y las injusticias que se observaban en las calles. 


El cartel callejero le dio voz al pueblo, siendo una alternativa al grito, o a la violencia del mismo. El arte urbano podría ser considerado como una forma de rebeldía ante un orden impuesto, una forma de comunicar algo que no podría realizarse a través de los medios convencionales. El grabado se convirtió en una técnica socialmente comprometida, con un propósito específico o una intención de transmitir algún mensaje político, social, humorístico o irónico.


Esta característica no debemos dejarla de lado si buscamos investigar sobre la técnica del grabado en México. Su utilización como lucha social es un vínculo que marcó su desarrollo a lo largo de la historia del país, y también permitió que los sectores más relegados pudieran desempeñar su arte. Así se conocieron muchos artistas reconocidos internacionalmente, quienes aprovecharon la oportunidad para demostrar lo que vivenciaron en su infancia o juventud de la mano de la pobreza y la exclusión.


En definitiva, no podemos negar que el grabado rompe con los estándares que observamos día a día y nos invita a pensar nuevamente nuestra relación con el mundo. Nuestra visión cambia hacia nuevas perspectivas que, a través de lo particular de sus técnicas, hace hincapié en aspectos que debemos cambiar como sociedad. Este tipo de impactos sería imposible mediante otros medios, o mucho más complejo, siendo una pieza fundamental para la transmisión de gran impacto de denuncias y protestas. 


El grabado invita a todos los ciudadanos a participar activamente del arte urbano, generando diálogos, movimientos y fuertes lazos que nos identifican con ideas que van más allá del propio individuo. A pesar de que actualmente estamos ante una digitalización del arte, no podemos dejar de lado estas técnicas para representar ideas y buscar expresarnos ante los nuevos contextos. 


Conclusiones

En definitiva, el grabado es una técnica muy antigua que ha sabido tener su lugar en el mundo del arte. Con el pasar del tiempo, se fue modernizando y sus técnicas se desarrollaron para perfeccionar los resultados, logrando piezas de arte muy importantes y reconocidas. 


En México, el grabado fue un estandarte de lucha desde sus inicios, y continuó siendo una pieza importante en las décadas que siguieron. La búsqueda por la identidad nacional fue uno de sus primeros objetivos, aunque esta visión fue evolucionando hacia marcar las injusticias que se observaban en una sociedad cada vez más industrial y moderna.


Ciertamente, el arte urbano que ofrece el grabado a través de carteles y mensajes nos puede ofrecer una perspectiva mucho más participativa que otros tipos de expresiones. Una visión del arte como medio de protesta nos invita a reflexionar sobre el objetivo de este tipo de manifestaciones. 


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