El Arte como lucha social



El arte ha sido y continúa siendo un testigo de la historia de la humanidad. Esto lo podemos evidenciar en muchos libros de historia, donde estudiamos culturas ya extintas a través del arte de aquella época. Desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días, los artistas eran personas que retrataban lo que conocían y percibían de su entorno: costumbres, creencias, ideales de belleza, situaciones cotidianas y acontecimientos de sus comunidades. No obstante, también simbolizan lo que se busca, lo que se cuestiona, como un medio de protesta que se ha utilizado en tiempos de crisis y cambios en las sociedades. A pesar de que los medios para producirlo se complejizan, la esencia sigue siendo la misma y en ocasiones, como un estandarte de la lucha social.

En los próximos apartados vamos a analizar a profundidad algunos detalles del arte, y su relación cada vez más compleja con el ser humano.

¿Qué rol tiene el arte en la lucha social?


Para responder a esta pregunta podemos remontarnos al siglo VII a.C, a Babilonia. En este sitio se encontraron inscripciones en donde los creadores de dicho material se rebelaron contra el rey. Más recientemente, también se encuentran numerosas obras de arte “crítico” en un contexto de numerosos conflictos bélicos civiles o internacionales. Picasso y Guernica, grandes exponentes del arte, utilizaron su habilidad artística para mostrar los horrores de la guerra civil española. El muralismo mexicano también se utilizó para plasmar los ideales sociales, consolidando las ideas generadas por la revolución y destacando su nacionalismo.

El primer logo político de la historia es la imagen de un esclavo negro en una plantación de azúcar mirando al cielo, realizada en el siglo XIX. Su título era “Am not I a man and a Brother?” o por su traducción al español “¿No soy un hombre y un hermano?”. Esta imagen podía hablar claramente de una crítica hacia la esclavitud y muchos partidarios de su abolición lo utilizaron en muchos moviminetos. Si bien fue un hecho aislado, muchos siglos después se comenzó a utilizar con mayor frecuencia.




Como podemos ver, durante la historia, la humanidad utilizó el arte como una herramienta. La expresión a través de las pinceladas es un reflejo de la situación social y del movimiento comunitario. No obstante, también podemos encontrar una infinidad de obras artísticas como la literatura, la música, el cine y la danza, que reflejan estilos propios de cada contexto histórico.

Más allá de artistas reconocidos, existe mucho material de obras que se convirtieron en importantes símbolos políticos. Incluso en nuestros días, podemos observar que en redes circula mucho material infográfico con contenido controversial y crítico respecto a la situación mundial.

El auge del arte político comenzó en el siglo XX, de la mano de los adelantos técnicos en la ilustración. La primera mitad de este siglo había evidenciado en sus obras acontecimientos históricos como las guerras y las revoluciones, pero luego comenzó a transformarse hacia un compromiso político y a la innovación rupturista. Algunas de estas piezas causaron verdaderos escándalos, como las del pintor francés Edgar Degas. Una de sus producciones más conocidas es el de las delicadas bailarinas de ballet. Sin embargo, lo que buscaba retratar era denunciar el sórdido mundo de la danza, momento en el cual se obligaba a los jovenes bailarinas a ejercer la prostitución como parte de su trabajo.

Después de la Segunda Guerra Mundial, aparecieron muchas movilizaciones populares, acompañadas por una importante producción cultural. Uno de los conflictos posteriores más relevantes fue la guerra de Vietnam, en donde el movimiento antibelicista generó un sinfín de contenidos fotográficos, publicitarios y artísticos. A la obra “Saturno devorando a su hijo” de Goya, se le añadió el eslogan “América está devorando a sus hijos” para criticar la pérdida de vida de los propios soldados en el conflicto armado.

En este mismo contexto histórico, Francia vivió una de las mayores protestas universitarias, con huelgas y enfrentamientos con la policía que habían puesto en jaque al sistema político. Los carteles tuvieron mucha relevancia en el movimiento, donde participaban numerosos artistas marxistas que reflejaban la lucha obrera con distintos eslóganes.

La cantidad de acontecimientos históricos que podemos mencionar para ilustrar la lucha social y el arte podría extenderse mucho más. Lo importante es analizar cómo, a través de los diferentes períodos, el arte se convirtió una y otra vez, en un método para reunir, movilizar y denunciar diferentes hechos. Resultaría un error asegurar que el arte sólo sirve para admirarse, por sus trazos o por su belleza, puesto que la misma historia ha sido testigo de su participación de diferentes revoluciones.

El arte y la lucha social del siglo XXI




Aunque de forma vanidosa podemos afirmar que nos encontramos en una etapa única y diferente respecto a siglos pasados, vale la pena destacar que existen muchas similitudes respecto a generaciones anteriores. El avance de la tecnología permitió una cultura mucho más globalizada y accesible, lo que representó un momento “bisagra” en la creación de arte a gran escala y con una difusión que antes no hubiera sido posible. No obstante, si existe algo que no cambió respecto a épocas anteriores, es su objetivo.

La incorporación del mundo digital en las obras nos permitió construir conexiones emocionales entre usuarios y de esta forma, encontrar nuevas maneras de interacción. Con estas innovaciones podemos sentir, compartir o aportar algo a una obra de arte que esté influenciada por una inteligencia artificial que se encuentra gestionando este mundo nuevo y atrapante.

Si bien en un comienzo, el arte todavía se encontraba relegado en esta tecnología, poco a poco fue encontrando su sitio con la aparición de las redes sociales, eCommerce y distintos contenidos que se compartían en las redes. Esto permitió que con el tiempo, más artistas se expresaran a través de estos medios.

En contexto de crisis sanitaria, la industria cultural sufrió grandes transformaciones. El sector cultural evidenció una crisis que no se atendió durante décadas y una transformación que se encontraba pendiente. La pandemia mostró la vulnerabilidad de la esfera cultural por su falta de creatividad e innovación, así como la restricción de los espacios físicos, lo cual tuvo un impacto inicialmente negativo en el consumo del arte.

Sin embargo, lo que pareció ser una dificultad terminó suponiendo una oportunidad. Muchos aspectos positivos de esta pandemia es que se están empezando a abordar nuevas formas de creación y divulgación. Un mayor alcance también representa igualdad de acceso y una capacidad mayor de reflejar una realidad cada vez más cambiante.

Inspirados en la creciente necesidad de generar un distanciamiento, muchas instituciones culturales buscaron un nuevo paradigma en el concepto del arte. El foco de su reorganización se encontró basado en la forma de transmitir sus colecciones a través de su digitalización, con novedosas iniciativas en internet. Muchas apuestas están centradas en crear exposiciones virtuales, con nuevas experiencias alrededor de la apreciación del arte.

Teniendo en cuenta esta situación, ¿los artistas deberían aprovechar las opciones que la tecnología ofrece? Mezclar este concepto con el arte y su raíz económica no es una idea que agrade a todos. Sin embargo, en muchos artículos hemos tratado sobre las oportunidades que ofrece a los artistas y al mismo tiempo, la posibilidad de continuar enriqueciendo al arte como método de expresión.
NFT y la lucha social

Relacionar estos dos contextos podría resultar muy enriquecedor e interesante, teniendo en cuenta su aparente diferencia. Los NFT, o token no fungible, son elementos que representan innovación, ganancias económicas que supone la especulación y un ecosistema donde prevalecen las transacciones entre usuarios. Algunas personas pueden mostrarse escépticas respecto a los NFT con el arte, puesto que teniendo en cuenta estas características, no podría representar la sensibilidad del ser humano.

La palabra “innovación” suele relacionarse con la tecnología digital y las recientes funcionalidades que aparecen en él. Sin embargo, el arte siempre se encontró a la vanguardia de los avances tanto desde un aspecto social, cultural o industrial. El arte, como un modo de expresión, es un fiel reflejo de la mentalidad de una época, y esto se encuentra claramente influenciado por muchos factores.

Todo lo que se encuentra en internet, y más aún en plataformas especializadas, aumentan su exposición a una enorme audiencia. A diferencia del arte físico, puede ser accesible a personas que se encuentran en regiones mucho más distantes (por no decir a la vuelta del mundo). Para el artista esto es una gran ventaja, ya que multiplica las posibilidades de poder transaccionar o compartir su arte.

No obstante, las ventajas son claras: los NFT ofrecen a los artistas digitales formas novedosas para conectarse con su audiencia de formas que hubieran sido imposibles en un contexto de pandemia. A pesar de que muchos aún tienen algunos inconvenientes técnicos para sumarse a este tipo de tecnologías, poco a poco se suman al mercado y enriquecen aún más este mundo cripto.

La democratización de la venta y producción del arte, generó un ambiente propicio para la expansión de los contenidos y más aún para artistas que contaban con menos infraestructura. Poco a poco, tanto los artistas más renombrados como aquellos que buscan dar a conocer sus trabajos, fueron apareciendo con sus propios NFTs para encontrar sus compradores.

Aquí muchos lectores se preguntarán qué relación podría tener con la lucha social y la expresión humana en un contexto complejo como el que estamos viviendo. Los creadores de arte digital, impulsados por la tendencia de los NFT y buscando apoyo económico de su trabajo, comenzaron a realizar iniciativas dentro del mundo cripto.

El criptofeminismo, por ejemplo, es un movimiento que ha comenzado a tomar impulso en el ecosistema criptográfico. Muchas de sus piezas se han reflejado como una crítica hacia el mismo arte, y sus representantes principales, que excluyen colectivos como los LGBT y no binarios que también buscan su lugar en este mercado.

Otros artistas como Nadya Tolokonnikova, cofundadora de Pussy Riot, se encuentra realizando proyectos a través de NFT, recaudando cientos de miles de dólares. Todas sus ganancias están siendo destinadas a un refugio clandestino para mujeres en Europa del Este, quienes han sido desplazadas por no cumplir con normas sociales conservadoras. Su asociación ha tomado mucha relevancia y es una prueba de que la lucha social puede combinarse perfectamente con este tipo de tecnologías Blockchain.

Muchos especialistas creen que a futuro, el arte digital tendrá mayor presencia de artistas independientes que buscan compartir sus trabajos sin intermediarios. Además, probablemente estará acompañado por una cantidad cada vez más grande de coleccionistas dispuestos a apoyar esta nueva revolución del arte. Esto va a motivar un tráfico cada vez más grande de creaciones propias que sepan reflejar lo que sucede actualmente, en actos de denuncia, crítica o manifestación de los nuevos movimientos que estamos evidenciando.

A diferencia de las criptomonedas, los NFT ofrecen una alternativa de inversión más estable, con ciertas garantías y beneficios que la convertirán en una excelente alternativa para quienes buscan sustentar sus movimientos. El arte, en este sentido, podría verse impulsado resolviendo muchos inconvenientes que estamos atravesando en estas últimas décadas.

¿Qué sucederá con el arte a futuro?


Teniendo en cuenta el comportamiento humano y la relación que tiene con el arte, podemos asegurar con certeza que continuará siendo un fiel reflejo de los tiempos que vendrán. Nuestro futuro probablemente se verá muy influenciado por nuevos avances de la tecnología y una vida cada vez más inmersiva dentro de mundos 100% virtuales. La creación del metaverso y mundos digitales que funcionan paralelamente van a abrir las puertas a expresiones y quizás, movimientos sociales.

La cuestión fundamental radica en que el metaverso puede ser un fiel reflejo de cómo se creó inicialmente (es decir, de forma descentralizada), o realizada a través de pocas empresas, como Facebook, Microsoft o Epic Games. Las reglas del juego podrían ser impuestas por autoridades que generan estos entornos, o por el contrario, se impondrán dependiendo del sitio en este mapa virtual. Esto podrá generar numerosos debates que probablemente se impondrán en movimientos y contenidos que podrán cuestionar esta realidad.

Con esta situación podemos afirmar que el metaverso podrá crear una nueva cultura y cosmovisión. Los artistas podrían realizar creaciones que serán contempladas por personas alrededor de todo el globo, aunque teniendo en cuenta lo antes mencionado, restaría comprender cuáles serán las reglas y quiénes las impondrán.

El pulso entre el artista y la sociedad virtual podría ser un tema delicado, quien podrá dar su visión de lo que ocurre desde una perspectiva artística. Hace ya tiempo, el arte dejó de ser algo excluyente de los pocos artistas que se situaban en torres de marfil. La modernidad situó y continuará encaminando a los artistas a la realidad que nos rodea como sociedad. La nueva moralidad artística va a ayudar a construir y desenmascarar los malos usos de la tecnología y buscar aquel mundo armonioso en donde todos los seres humanos seamos capaces de reconocernos.

Todos estos puntos nos dan pistas de que el arte seguirá siendo una forma de expresar las inconformidades y realidades que se nos avecinan en los próximos años.


Conclusiones


Aunque nuestro recorrido a través del arte y la relación que tiene con la lucha social fue resumida, tenemos muchos elementos que nos sirvieron para determinar su gran importancia. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano necesitó formas para expresar aquello que ve y en muchos casos, lo que le gustaría cambiar, de su propia realidad. Con el pasar del tiempo, el arte fue cambiando, producto de la misma evolución de las civilizaciones. Los métodos para crear arte también se tecnificaron, al igual que muchos otros procesos, y esto permitió su accesibilidad. Esto permitió que en el transcurso del siglo XX pueda estar a disposición de movimientos que buscaban dar a conocer sus ideas, lo que generó muchas revoluciones y cambios sociales.

Nuestro siglo se vió convulsionado por la aparición del internet y nuevamente, el arte tuvo un papel importante, pero esta vez al alcance de cualquier persona que buscaba compartirlo. Con el surgimiento del mundo criptográfico y los NFT, el arte evidenció una nueva tendencia, pero al mismo tiempo nuevos desafíos que hasta el día de hoy continúan bajo debate.

El arte y la tecnología necesariamente deben ir de la mano en los próximos años. La comunicación transcurre casi en su totalidad a través de estos medios, motivo por el cual, estos canales deben estar abiertos para que los artistas comuniquen sus inquietudes con el mundo. A futuro, es posible que los entornos virtuales puedan formar parte de nuestra vida cotidiana y se generen nuevos desafíos sociales, lo cual genera la necesidad de una mayor presencia del arte para cuestionar el orden preestablecido y abrir espacios de reflexión.

Ciertamente, en un futuro todavía incierto, y marcado por la innovación, necesitamos del arte para continuar representando nuestros ideales y lo que buscamos en este nuevo contexto.

Gracias por leer nuestro contenido!!

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